viernes, 14 de septiembre de 2007

Muerte por estrangulamiento de seda




Hoy hace 80 años, que una larga chalina roja (delicado regalo de su mejor amiga), segó la vida de Isadora Duncan al enredarse caprichosamente en las llantas de un Bugatti deportivo.


Esta excepcional artista de la danza, desgranó la esencia de todo lo clásico en sus puestas en escena evolucionando en su estilo hasta convertirse en la pionera de la danza moderna.
Las inspiraciones de sus coreografías, eran a menudo tomadas de los vasos griegos para luego definir su estilo cercano a la corriente expresionista de la época, sin desdeñar las enseñanzas que extraía de museos como el Louvre o el Rodin.

Su vida fue azarosamente moderna para su tiempo y marcada por las desgracias, como el suicidio de su marido el poeta ruso Sergei Yesenin, la muerte de sus dos hijos en el rió Sena o su propio declive coqueteando con el alcoholismo y la decadencia personal.

Adelantada para su tiempo, no le importó ser madre soltera ni declararse una "atea convencida".

Pero sin duda lo que mas ha trascendido es su "cinematográfica" muerte, pues bien pudo ser el guión de cualquier película de la época.
Se dice que cuando se despidió de sus amigos pronunció la frase: “Adiós, amigos míos, me voy a la gloria!”.
También que iba con un joven y guapo mecánico italiano llamado Benoît Falchetto hacía un encuentro amoroso.

En cualquier caso morir a los 50 años, a bordo de un deportivo y con un amante deseado es una poética muerte que la convierte en leyenda (y que muchos añorarían como: "una muerte con glamour").

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