jueves, 5 de junio de 2008

Solo un día.





Los observó cuando subieron al tren, parecían una pareja normal, al menos se lo parecieron a la autora del relato:Elsbeth Meyer-Foereter.
Si notó en ellos cierta inquietud, no eran unos jóvenes, el cercano a los sesenta; ella delicadamente decorada como una porcelana, pero con signos propios de la edad que ya tenia.

Nada, hacía de ellos diferente, excepto un comentario que les oyó haciendo todo comprensible, desvelando el secreto:

"- ¿Fuiste también lo suficientemente cauta? ¿No notará él nada?
Y la dama le respondió con la misma suavidad y rapidez, y en cierto modo de manera inexpresiva:

-Me he ido de viaje un día a visitar a mi hermana. ¿Cómo va a notar nada?
De nuevo se callaron los dos y me miraron.Pero yo miraba fijamente por la ventana.
Entonces lo supe todo.
Un fervor de principios de otoño.El otoño estaba allí con sus hojas rojas, sus tardes breves de anocheceres tempranos.Sentía el otoño en el compartimiento, lo notaba en ese momento en la expresión de sus rostros, lo oía soplar a través de cada palabra que se decían.
¡Quizá fueran amantes de juventud!¡Quizá se hubieran conocido ya tarde!
No tienen ninguna esperanza de futuro juntos, él tiene su mujer, ella su marido, y se reunen en un viaje tranquilo y feliz.
Solo un día y se acabó, y cada uno regresa de nuevo a su casa.
¡Un solo día! Y sus rostros otoñales, fatigados por la vida, ajados por la gran resignación, pierden sus arrugas y lineas.
Ya no veía al robusto cincuentón amable, y tampoco a la pálida mujer agradecida;

los veía jóvenes, bajo los besos cuyo escaso aliento solo saborearían ese único día, estremecíendose y fortaleciendose."

Fragmento del cuento: Otoño en Primavera.Elsbeth Meyer-Foereter.
Ilustración: Marina Arespacochaga.


No hay que perder nunca la esperanza de encontrar el amor, sea cuando sea y dure cuanto dure...

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