viernes, 20 de noviembre de 2009

martirio me da un cristiano.




En mis largos paseos por la copla, pocas me han impactado tanto como esta historia, que por primera vez, en una excelente versión de Concha Piquer.
"Vengo a entregarme" en versión de Marife de Triana, es la que os dejo esta tarde de viernes.

Como viene siendo habitual en este género, la historia aquí narrada tiene su principio y su final, y es como otras muchas, una historia de amor.
Quizá la diferencia, con otras coplas, es que esta empieza casi por el desenlace.

Y es que, si en la primera estrofa, una advertencia con carácter de suplica, es presentada al Señor Sargento Ramirez con matices casi premonitorios, en la segunda parte de la copla, ya anuncia un final vaticinado.

No deja de sorprenderme ese matiz loco que tiene la pasión amorosa, que cae tantas veces en la mas absoluta de las contradiciones y que puede resumir, esta trágica historia, en este par de frases:

"Yo misma te dao la muerte, pero me falta serrano, valor, para aborrecerte."



Póngame usted las esposas, señor sargento Ramírez
póngame usted los grilletes, que será mejor así
que estoy pensando una muerte y no quiero cometerla,
que tengo un hijo y no quiero que se avergüence de mí.

Aunque no hallara motivo diga usted que soy ladrona,
que ando por malos caminos, que ofendí su autoridad
pero póngame usted presa, señor sargento Ramírez,
que mis manos no responden si sigo con libertad.


Carretera adelante yo prefiero ir
a seguirlo viéndolo con esa persona.
El agua y al aire me ha quitado a mí.

Señor sargento Ramírez martirio me da un cristiano
y yo no quiero tomarme la justicia por mi mano

Yo te he sentenciado a muerte
pero me falta, serrano,
valor para aborrecerte.


Aquí tiene usted mis manos señor sargento Ramírez
póngame usted los grilletes, cumpla usted con su deber
Si usted me hubiera escuchado cuando yo vine a entregarme
no hubiera hecho la muerte que acabo de cometer.

Entre los juncos del río los dos se estaban besando
y una sombra blanquecía se apareció entre los dos
Con un cuchillo de luna corté la flor de un te quiero,
los corales de su sangre el ala se los llevó.


Sargento Ramírez por amor de dios
que a mi criatura, por lo que mas quiera,
no le diga nadie lo que hice yo.

Señor sargento Ramírez martirio me dio un cristiano
y he tenido que tomarme la justicia por mi mano.


Yo misma te he dado la muerte
pero me falta, serrano,
valor para aborrecerte.


Oleo: Andrew Atroshenko.

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