viernes, 16 de julio de 2010

Sobre las señales del amor....



Tiene el amor señales que persigue el hombre avisado y que puede llegar a descubrir un observador inteligente.

Es la primera de todas, la insistencia de la mirada, porque es el ojo puerta abierta del alma, que deja ver sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. Así, verás que cuando mira el amante, no pestañea y que muda su mirada adonde el amado se muda, re retira adonde él se retira, y se inclina adonde él se inclina, como hace el camaleón con el sol……..

Otra señal es la sorpresa y ansiedad que se pintan en el rostro del amante cuando impensadamente ve a quien ama o éste aparece de súbito, así como el azoramiento que se apodera de él cuando ve a alguien que se parece a su amado, o cuando oye nombrar a éste de repente.

Otras señales e indicios de amor, patentes para el que tenga ojos en la cara, son: la animación excesiva y desmesurada; el estar muy juntos donde hay mucho espacio; el forcejear por cualquier cosa que haya cogido uno de los dos; el hacerse frecuentes guiños furtivos; la tendencia a apretarse el uno contra el otro; el cogerse intencionadamente la mano mientras hablan; el acariciarse los miembros visibles, donde sea hacedero, y el beber lo que quedó en el vaso del amado, escogiendo el lugar mismo donde posó sus labios….

Otras señales de amor son: la afición a la soledad; la preferencia por el retiro, y la extenuación del cuerpo, cuando no hay en él fiebre ni dolor que le impida ir de un lado para otro ni moverse. El modo de andar es un indicio que no miente y una prueba que no falla de la languidez latente en el alma.

El insomnio es otro de los accidentes de los amantes. Los poetas han sido profusos en describirlo; suelen decir que son los “apacentadores de estrellas”, y se lamentan de lo larga que es la noche. Acerca de este asunto yo he dicho, hablando de la guarda del secreto de amor y de cómo trasparece por ciertas señales:

Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz,
que esta noche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio
. Si las tinieblas no hubieren de acabar
hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,
no habría manera de llegar a ver el día,
y el desvelo aumentaría por instantes.
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
a la mirada de los ojos humanos,
son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,
y que tampoco es visible más que en hipótesis…….

 
Ibn Hazm. EL COLLAR DE LA PALOMA.


Como cada verano, soy fiel a mi cita con el Harem del amor, y os deseo que encontreis toda la sensualidad y el misterio que seaís capaces de asumir y asimilar...

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